Fue un brillante filósofo de nuestro país, El Roto, quien dijo aquello de que “cuando los jóvenes salieron a la calle, súbitamente todos los partidos envejecieron”.
Así sucedió cuando los estudiantes del Movimiento 22 de marzo encabezaron en París las acciones estudiantiles que terminarían movilizando primero a los obreros franceses, y luego al resto del mundo, en el conocido como ‘mayo del 68’.
Así sucedió cuando el movimiento estudiantil chileno salió a la calle allá por 2011 reclamando una educación pública y desmercantilizada, logrando posteriormente generalizar sus reivindicaciones y aglutinar a todo el tejido asociativo, sindical y social para irrumpir en las altas esferas del poder. Y así sucedió también cuando la “Juventud sin Futuro” española, bajo el lema “Sin casa, sin curro, sin pensión. Juventud sin miedo. Recuperando nuestro futuro. Esto es sólo el principio”, tomó las calles hace ahora siete años en lo que serían las primeras protestas tras la crisis de 2008, convirtiéndose en el germen de lo que eclosionaría un mes después: el 15M.
Los movimientos estudiantiles han sido históricamente motor de cambio social. Ese fue el convencimiento con el que, hace ahora tres años, nació la asociación universitaria La Ecoaldea en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Y ha sido con ese convencimiento con el que a día de hoy hemos llegado a convertirnos en una de las asociaciones estudiantiles más activas en el entorno universitario madrileño, apostando por impulsar una transición ecosocial, por construir desde lo local un modelo de sociedad postcapitalista y, en definitiva, por reinventar el futuro.
II Jornadas sobre Decrecimiento y Transición de la UCM: “Repensando las demandas del movimiento estudiantil: por una Universidad en Transición”
Sin duda, la ciudad de Madrid es hoy un hervidero de experiencias transformadoras. Contamos con iniciativas de transición muy cercanas como Móstoles en Transición, Zarzalejo en Transición o recientemente también Arganzuela en Transición. Contamos con un Mercado Social, con una Red de Economía Alternativa y Solidaria, con una moneda social (el Boniato, actualmente en fase de rediseño), con un grupo local de Economía del Bien Común, con un pionero colectivo de decrecimiento (Decrece Madrid) y con el esfuerzo de miles de personas que día a día trabajan por construir una economía que anteponga el bienestar de las personas y el medio ambiente a los intereses del capital. Contamos con centros sociales autogestionados como La Ingobernable donde los propios vecinos y vecinas son las protagonistas en la construcción de comunes urbanos. Contamos con una Red de Huertos Urbanos Comunitarios que apuesta por rerruralizar nuestra ciudad. O con plataformas como Espacio Ecooo que promueven la activación ciudadana para un cambio de modelo energético limpio, sostenible y en manos de las personas. O con múltiples proyectos institucionales como MARES Madrid, Decide Madrid o los Foros Locales, orientados a fomentar la participación ciudadana y la transformación urbana.
Contamos con estas y otras muchísimas experiencias que conforman lo que hemos venido denominando como un “mosaico” de iniciativas y movimientos emergentes que están anticipando, aquí y ahora, el modelo de sociedad del futuro.
Pero en la ciudad de Madrid contamos también con más de tres millones de habitantes cuyo nivel de consumo de recursos y de generación de residuos está muy por encima de lo que sería justo y sostenible. De hecho, según datos de un informe de 2007, la Comunidad de Madrid encabeza la lista de comunidades autónomas más contaminantes, superando casi veinte veces la biocapacidad de su territorio. Mientras, más de 900.000 personas viven bajo el umbral de la pobreza.
Presentación de asociaciones de estudiantes y proyección del documental “Decrecimiento: del mito de la abundancia a la simplicidad voluntaria” en Espacio Ecooo
Sin embargo, el mayor tesoro con el que cuenta Madrid es un tesoro que se encuentra en todas las ciudades por igual. Un tesoro tan valioso como desaprovechado, si lo que queremos es afrontar con éxito los retos sociales y ambientales de nuestro tiempo: sus jóvenes, ese auténtico potencial cuando se trata de encontrar soluciones creativas a los problemas que enfrentamos.
Hacia un nuevo movimiento estudiantil a la altura de los nuevos retos ecosociales
Cuando comenzamos nuestra andadura como asociación universitaria en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, concretamente en el entorno estudiantil madrileño, nos encontramos, por un lado, con un movimiento estudiantil prácticamente desarticulado, pese a las duras arremetidas que había venido sufriendo la universidad pública en los últimos años; por otro lado, nos encontramos con que ciertas problemáticas que considerábamos de primer orden (como el cambio climático o el pico del petróleo) apenas estaban siendo tenidas en cuenta en los debates políticos. Entendimos entonces que teníamos la responsabilidad de reinventar el movimiento estudiantil para estar a la altura de los nuevos retos sociales y ambientales.
Desde entonces, hemos organizado múltiples jornadas, proyecciones y actividades formativas; hemos participado en importantes campañas como la ya histórica I Votación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid, impulsando la propuesta ‘Madrid 100% Sostenible’; hemos estado involucrados desde el comienzo en el Grupo Motor de los Presupuestos Participativos de la UCM; hemos tejido estrechas relaciones con asociaciones estudiantiles, con la Delegación de Medioambiente de la UCM y con muchas de las principales organizaciones sociales y ecologistas de la ciudad y del estado español. Pero quizás de todo lo que hemos hecho, quizás lo más importante haya sido haber comenzado a generar un discurso propio en el que la ecología política, el ecofeminismo y otras propuestas emancipadoras confluyen de manera cada vez más virtuosa dando lugar a una nueva forma de entender la transformación social.
Si nuestra trayectoria hasta ahora nos ha resultado un proceso fascinante en el que poco a poco hemos ido consolidándonos como actor con capacidad de incidencia en la universidad y en la ciudad, nuestros objetivos en el corto, medio y largo plazo no nos resultan menos ilusionantes. Algunas de las líneas de acción más inmediatas con las que contamos son:
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Ley de Cambio Climático y Transición Energética: a raíz del I Foro por el Clima que tuvo lugar los pasados 14 y 15 de diciembre en el Congreso de los Diputados por iniciativa del Grupo Confederal Unidos Podemos, en el cual estuvimos presentes, organizaremos próximamente una batería de actividades para, desde los movimientos sociales y en nuestro caso concreto, desde el ámbito universitario, impulsar y brindar el apoyo necesario para la elaboración y ejecución de dicha ley.
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Elecciones a Junta y Claustro en la UCM: si bien ya contamos con representación en la Junta de nuestra Facultad, aspiramos a aumentar nuestra presencia en los órganos de decisión de la universidad y a tener una mayor capacidad de llevar a cabo nuestras reivindicaciones a través de las vías institucionales, por lo que actualmente estamos trabajando en la creación de una candidatura para las elecciones a Junta y Claustro que tendrán lugar este año 2018 en la Universidad Complutense.
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Respeto animal: en los últimos meses hemos venimos reivindicando una mayor transparencia a los Animalarios del Hospital Clínico Veterinario (HCV) de la UCM, que según nos consta, ha venido manteniendo en condiciones de vida precarias a varios animales (situación de la que se hizo eco eldiario.es). Para ello estamos organizando una movilización en coordinación con estudiantes, asociaciones y organizaciones afines, que anunciaremos próximamente a través de nuestras redes sociales.
En busca de nuevas utopías para el siglo XXI
Pero nuestros objetivos, tanto dentro como fuera del entorno universitario, siempre han sido ambiciosos. Aspiramos a conseguir una ciudad más justa, sostenible y resiliente, y somos conscientes de que la responsabilidad de las universidades para tal fin es muy grande. Un nuevo mundo debe edificarse sobre nuevas formas de empleo, y esto a su vez requiere de nuevas formaciones y nuevos currículum que se adapten a las nuevas necesidades. De ahí la importancia de repensar el papel de las instituciones educativas, su conexión con las problemáticas socioambientales y la urgencia de poner todo el conocimiento que se genera al servicio del bien común.
En este sentido, nuestra misión consiste en contribuir a visibilizar, impulsar y articular ese mosaico de experiencias transformadoras al que hacíamos mención anteriormente, a la vez que promover una transición dentro de nuestro entorno más cercano, la universidad, como espacio de experimentación de nuevos modelos sociales mediante: la ecosocialización de los currículum, el establecimiento de criterios sociales y ecológicos en la contratación pública de la UCM, la construcción de resiliencia comunitaria, el fomento del consumo de productos locales, de comercio justo y de temporada, la incorporación de prácticas sostenibles en las instalaciones universitarias, el impulso de la transición energética, etc.
Fiesta “Otoño Tropical” con comida ecológica y vegana, música y pintacaras
Lejos de pretender tener respuestas para todo, lo que nos impulsa a seguir caminando es la certeza de tener las preguntas correctas. De ahí que, siguiendo la lógica de pensar global y actuar local, nos entendamos como una suerte de faro desde el que pretendemos alumbrar nuevos horizontes y trazas nuevas rutas de transición ecosocial. Y para ello, la mejor manera de definirnos sería asemejarnos a un semillero cuyo fin es el de generar y hacer florecer nuevas ideas, ideas que más pronto que tarde nos ayuden a reinventar la transformación social e imaginar nuevas utopías para el siglo XXI, pues solo así seremos capaces de construir el modelo de sociedad que soñamos: una sociedad más justa y sostenible para todos y todas.
Rubén Gutiérrez. Estudiante de Relaciones Internacionales, miembro de la asociación universitaria La Ecoaldea UCM y de la Delegación de Medioambiente de la UCM.
Datos de contacto:
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