El pasado 4 de marzo tuvo lugar la presentación del libro El otoño de la civilización, escrito por Juan Bordera y Antonio Turiel. Os enlazamos su grabación, donde intervinieron también Birch y Ferran Puig Vilar; así como una pincelada del prólogo de Yayo Herrero. ¡Disfrutadlo!
Este año se cumple el 50 aniversario de la publicación del informe sobre los límites del crecimiento que auspició el Club de Roma. Aquel documento advertía que, de no frenarse la tendencia al crecimiento exponencial de la dimensión material de la economía, se desestabilizarían los ciclos naturales básicos, se alcanzaría el declive en la extracción de minerales, se produciría una importante pérdida de biodiversidad y de seres vivos y un descenso muy significativo de la población humana.
Soñar con la posibilidad de un crecimiento que proporcione bienestar generalizado a todos es una quimera. Son muchos los avisos que van permitiendo ver los signos del desbordamiento material. Antonio Turiel y Juan Bordera, autores de este libro, lo advierten persistentemente a través de la inmensa tarea de información rigurosa y sensibilización que realizan
El capitalismo saca tajada convirtiendo en escaso lo que podía haber sido suficiente. La idea de escasez construida políticamente oculta que ésta tiene más que ver sobre todo con la injusticia y la falta de mesura. Y en tiempos de translimitación, hay muchos que esperan suculentos beneficios del capitalismo del desastre y de la escasez. La inacción política, cuando no “contra-acción”, en cuestiones clave hacen cada vez más profundo el pozo en el que se encuentra sumida gran parte de la humanidad y muchos otros seres vivos.
Es obsceno ponerse “medallas en sostenibilidad” a la vez que las mujeres de la Cañada Real hacen acopio de mantas y edredones para pasar otro invierno sin luz. Sostenibilidad y justicia van de la mano, porque el propósito que debe guiar la política en este contexto de crisis ecosocial es el de sostener vidas dignas ahora y en el futuro.
Todas estas cuestiones, insistimos, fueron advertidas hace mucho tiempo, pero en sociedades que han identificado la precaución y el cuidado con la cobardía, y el arriesgar la vida con el valor, no se han escuchado.
Este libro le pone el espejo delante a una civilización atrapada en una contradicción irresoluble. Su dimensión material no puede crecer ilimitadamente y, a la vez, tampoco puede dejar de intentar crecer.
Antonio, Jorge y Juan hablan de lo incómodo. Son personas valientes que han arriesgado, que no han callado, que no han renunciado a mirar y a hacer mirar a otras y han pagado costes importantes por ello. Seguramente en sus carreras profesionales, pero también en la incomprensión que, con frecuencia, ha recibido su empeño. Cenizos, catastrofistas, colapsistas… Comentarios irónicos y, a veces, sutilmente descalificadores, incluso de quienes se han nutrido y se nutren de su trabajo y que solo se manifiestan cuando el camino ya está allanado.
Hacen falta cambios profundos en la producción, en el consumo y en las formas de vida. Tal y como señalan los autores, no mirar esta realidad, por cruda que sea, no va a hacer que el problema desaparezca. Más bien supone perder tiempo y oportunidades para construir una comunidad que comprenda el momento que vivimos, que sepa y sienta que forma parte de la Tierra. Y, sobre todo, deja huecos vacíos que ocupan sectores xenófobos de ultraderecha que niegan el problema de origen, apuntan con el dedo a falsos culpables (migrantes, mujeres, o disidentes) y alimentan las miradas negacionistas y negocionistas.
Si ponemos en el centro la prioridad de las condiciones de vida dignas para todas, las claves ineludibles van a ser la suficiencia material – aprender a vivir con lo suficiente–, el reparto de riqueza y obligaciones, y el cuidado y la corresponsabilidad como faro y palanca de la política pública. Si no lo hacemos, gobernará el mercado, a golpe de miedo y amenaza de escasez. Y al mercado, las condiciones de vida de la gente no le importan nada.
Y a partir de aquí ¿qué? Toca movernos entre la consciencia de la realidad y la activación de la imaginación que proyecte horizontes viables y deseados. Eso pasa por desarrollar medidas sociales que no sean meras ocurrencias temporales, sino que conduzcan a una situación de mayor resiliencia y justicia. La clave es garantizar derechos y condiciones de vida a la vez que nuestros metabolismos sociales se adaptan a las condiciones biogeofísicas que son la nueva normalidad.
En todo el mundo vemos cómo la sociedad civil, en determinadas circunstancias, es capaz de articularse en muy poco tiempo. Esos brotes comunitarios disuelven las individualidades y hace a las personas conscientes de sus capacidades individuales y colectivas. El trabajo y la creatividad puesta al servicio del bien común.
Tenemos conocimiento, propuestas y tecnologías adecuadas, aunque, obviamente, una cosa es tener propuestas en el papel y otra es aterrizarlas y hacerlas, además, deseables. En mi opinión, CTXT.es se ha convertido en plaza pública para poder hablar de estas cosas en las que nos va tanto. Me enorgullece formar parte de un equipo que permite expandir el trabajo de quienes escriben este libro.
Porque ¿sabéis? El otoño, a fin de cuentas, es una estación preciosa. Y la caída de las hojas no es presagio de muerte. Es anuncio del descanso invernal, que no es sino el coger carrerilla para que la vida pueda reventar en primavera.
Los fragmentos de texto aquí publicados pertenecen al prólogo del libro por Yayo Herrero (La vida puede reventar en primavera), y han sido cedidos por los autores. Gracias a Juan Bordera, Antonio Turiel y a CTXT por El otoño de la civilización, una obra necesaria.