¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de empezar una iniciativa de Transición? ¿Y si llevamos tiempo pero algo falla o estamos atascadas? Las compañeras de Zarzalejo nos dan algunos consejos desde su experiencia. ¡Atentas a lo que nos cuentan!
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ESTRATEGIAS ÚTILES PARA LAS INICIATIVAS DE TRANSICIÓN
Del 6 de octubre al 1 de diciembre de 2021 ha tenido lugar la octava edición del curso online Cómo iniciar la Transición. Durante la penúltima sesión tuvimos la suerte de contar con Javier Zarzuela y Tomás R. Villasante, de Zarzalejo en Transición. Compartieron con las participantes sus inicios, proyectos y algunos consejos y estrategias útiles para las iniciativas de Transición, en base a su rodaje. Fue muy divertido e inspirador escucharles. En base a vuestra experiencia, ¿Qué os ha funcionado? ¿Qué haríais diferente? ¡Contadnos en comentarios!
Aquí os dejamos con su regalo de experiencia.
Si quieres ver el vídeo-resumen desliza hacia abajo.
1. No vamos a salvar el mundo nosotras solas
¿Cuál es mi parte? Hacer lo que debo hacer, aquí y ahora.
Actúo, siembro y me desapropio del resultado. Y vuelvo a actuar.
Las abejas construyen el panal aportando su pequeña parte de polen y néctar, miles de veces, una y otra vez. El fin social es la construcción del panal, pero la misión de la abeja es centrarse en cada libado, cada transporte… La abeja no repara en cuánto falta, o incluso si el panal es destruido antes de finalizarse: ella sigue centrada en su misión, confiando, y es ahí donde se realiza al 100%. ¡Seamos como las abejas!
2. Vincularnos unas a otras
Si hay alguna certeza en el camino de decrecimiento y la Transición a una sociedad verdaderamente sostenible y en paz con el planeta, es que lo vamos a hacer de la mano de la comunidad, apoyándonos las personas unas en otras. El ser humano es social e interdependiente. El espejismo del individualismo, una anomalía propia de la era de los combustibles fósiles, nos saca de nuestra verdadera naturaleza. Una actividad o iniciativa que nos vincule es ya un éxito por sí sola.
3. La Transición tiene dos pedales: Resiliencia y Reducción
Resiliencia personal, familiar y comunitaria: aprender, rehabilitarse, vincularse, compartir conocimientos, aprender a vivir sin la dependencia digital y la abundancia de energía…
Reducción de la huella ambiental en la familia y la comunidad: cada día, un nuevo paso. Y disfrutar de las sorpresas, los descubrimientos y la nueva relación con las cosas.
4. Una iniciativa de Transición comienza con dos personas
Dos personas con conciencia son mucho más que dos personas. Constituid un núcleo de acción, haced un pacto de compromiso y comenzad poco a poco, por lo cercano, conocido y abarcable, sin olvidar cuidaros y que tengáis momentos de disfrute y de… ¡reírse!
5. La Transición es hacer
La Transición es un camino jalonado de pequeñas o grandes acciones que crean resiliencia o reducen la huella ambiental. Se materializa, se visibiliza y es útil a las personas y a las comunidades. Sin hacer, no hay Transición personal o comunitaria.
6. Dar una estructura jurídica y económica a la iniciativa
Una vez que está rodando, es un garante de continuidad y compromiso el dar una estructura jurídica a la iniciativa: inscribirla como asociación o fundación, determinar la estructura, darse un compromiso de cuota fija y de encuentros o reuniones, crear un logo… La estructura jurídica y económica es un ancla que nos ayuda en los tiempos de tempestad, o una nave que nos mantiene a flote y a la espera del viento en tiempos de inactividad.
7. Apoyar lo que ya hay
Las iniciativas de Transición no suelen inventar la rueda. Localicemos, en nuestro entorno, las iniciativas, ideas, personas, grupos, negocios, gestos… que creen resiliencia local y reduzcan huella ambiental. Démosles apoyo y visibilidad e impliquémonos en su crecimiento.
8. El mapeo y la visión
Dos herramientas básicas de Transición son mapear el presente (dónde se está haciendo Transición, aunque no se le dé ese nombre; y dónde es posible hacer Transición) y la visión retrospectiva o backcasting (cómo sería nuestra comunidad, localidad… para ser resiliente y sostenible; y qué pasos intermedios, desde ahora, habría que ir dando para hacernos a ello).
9. El equilibrio de perfiles
Una iniciativa floreciente tiene, en su seno y equilibradamente, personas creativas, personas con capacidad organizativa, personas constantes y trabajadoras, y personas que aportan un carácter alegre y motivante. Pongamos luz sobre los perfiles de las personas de nuestro grupo, localicemos las debilidades y fortalezas, y dejemos que la inteligencia colectiva actúe para compensar o reforzar.
10. La cabeza va más rápida que la realidad
Lo habitual es conseguir menos de lo que se propone nuestra construcción mental. Tener paciencia, comprensión y cariño hacia una misma y hacia las demás. Cuando algo fracase, celebrar el proceso seguido y poner en valor el motivante que lo puso en marcha.
Una ambición excesiva de las ideas puede provocarnos frustración, desaliento y abandono. Ante ello, dar un paso atrás y volver a empezar. La humildad, la rendición y el perdonarnos, es el bálsamo perfecto para la creatividad y los propósitos realistas.
Antes de decir “sí” a un proyecto, dar tiempo y dejar que otras instancias de nuestra persona nos hablen. La inteligencia, el cuerpo, la sensibilidad o el ser profundo… podrían decir que “no”.
11. Cuidarse para evitar quemarse
No olvidemos celebrar, divertirnos y reír, comer y cantar en grupo. Tenemos el tesoro de la comunidad (a partir de dos personas), y ese es uno de los objetivos primordiales de la Transición. Disfrutemos de haberlo conseguido.
12. Lo que otras hacen es replicable… o no
El ejemplo de otras personas y comunidades nos empodera y anima a replicarlo. Pero no siempre es posible, en nuestro caso. Celebremos la emergencia y el éxito de la Transición en otras comunidades y focalicémonos en nuestra realidad presente para darle nuestro color.
13. La curva de todo proyecto colectivo
Todo proyecto colectivo comienza con una efusión del ánimo, creatividad, esperanza y empoderamiento. Alcanza su nivel máximo de apogeo y luego se produce un declive (frustraciones, choque con la realidad, decepciones, egos, enfados, queme…). Se alcanza un punto mínimo de motivación, actividad… Este es un punto crítico. A partir de él, podemos abandonar o PERMANECER. Permanecer, sin pretender nada más, posibilita la acción callada del motivante profundo que nos llevó a movilizar nuestras energías. En un momento dado, la iniciativa comienza a revivir y recuperar vigor, para alcanzar un período estable, maduro y productivo.
¿Qué nos puede ayudar a permanecer? Apoyarnos en la mera estructura jurídica y económica de la iniciativa, si las hay; y no perder el contacto con las personas, o con todas las personas; quedar para hacer cosas sencillas (cocinar, pasear, limpiar el campo, ver un vídeo, comer juntos…). Mantener viva una pequeña llamita, con paciencia y confianza. Y, sobre todo, preguntarnos: ¿Qué motivo profundo nos llevó a estar aquí?
14. La esencia de la Transición no es la reivindicación
Reivindicar es una acción necesaria e imprescindible: indicar lo que otros deberían hacer. Pero la esencia de la Transición es la materialización de la resiliencia y la reducción de la huella. Que la administración municipal, los gobiernos, las corporaciones, las entidades sociales… no respondan, puede limitar proyectos, pero no nos impide desarrollar otros para los que no sean imprescindibles. En Transición, la pelota está siempre en nuestro tejado.
15. La Transición no siempre es barata
Implicarnos en la Transición nos lleva a movilizar energía y tiempo personal, pero también es importante comprometer dinero, en la proporción que se ajuste a nuestras circunstancias. La Transición es una aventura personal y comunitaria de gran calado en nuestra vida: démosle el valor que merece poniendo a su disposición los medios que requiere. ¡La Revolución no se hace en fin de semana o gracias a la calderilla del monedero!
16. Perseguir mi sueño personal vs Ofrecer mis dones al propósito común
Todas coincidimos en un anhelo: vivir en paz con el planeta y las demás, disfrutar de la vida y dar salida a nuestra capacidad de amor, a nuestra creatividad y a nuestros dones. En la cabeza puedo tener, además, una idea o un propósito personal. Hemos de vigilar si, en el fondo, estamos utilizando a la comunidad para conseguirlo. Eso distorsiona la vida comunitaria y perturba el desarrollo personal. Expresar mis deseos, gustos e ideas… pero poner mis dones al servicio del propósito común, en el que podré encontrar su satisfacción.
17. Una persona solo para coordinar
Cuando la iniciativa crece y se hace más compleja, es muy importante “liberar” a una persona que esté al tanto de todo lo que se está haciendo, que coordine, informe y sirva de nexo entre las personas. Frecuentemente, la persona coordinadora se implica en más cosas, y se descuida o no existe esta fundamental función de coordinación.
REUNIONES
a) Cuando algo se atasca…
Confiemos en la inteligencia colectiva. La inteligencia colectiva no es la suma de muchas inteligencias, sino un atribución única y de orden superior, clara, precisa y eficaz, con la que conectamos todas cuando se aplacan los egos. Algunos trucos para facilitar su presencia son:
- Silencio. Momentos de silencio cuando no sabemos por dónde seguir.
- Un minuto en silencio total cuando hay una situación de tensión.
- Si algo se bloquea, preguntarnos: si nos situamos en un futuro cercano, cuando el asunto ya estará resuelto/desbloqueado… ¿Qué hizo el grupo para que el asunto se desbloquease? ¿Qué sabias decisiones tomó?
- Consentir. Consensuar es llegar a unos mínimos aceptables para todos. Consentir es una actitud grupal de orden superior al consenso. Consiste en aceptar, desde un lugar profundo de paz una decisión con la que no estoy de acuerdo o no me favorece. Esta actitud parte de que ponemos al grupo por encima de sus decisiones o de los derroteros que pueda tomar.
- Sacar los egos al recreo. Al principio de la reunión, repartir una piedrecita a cada persona. Calentarla en las manos, atesorarla. Anunciar que es nuestro ego. Poner todas las piedrecitas en el centro y avisar de que estarán en el recreo durante la reunión y de que nos las llevaremos luego, cada uno la suya. Es una técnica que libera del peso de nuestras intenciones prefijadas, ideologías, personajes… y nos predispone a poner nuestra inteligencia limpia al servicio del bien común.
- Erradicar la palabra “problema” y cambiarla por “circunstancia”. Objetivamente, los problemas no existen. Solo hay circunstancias, que nos pueden molestar o sacar de la zona de confort. Cuando a una circunstancia le adosamos carga emocional, la convertimos en “problema”, que nos suele pesar como un yunque en la espalda. Empleemos la palabra “circunstancia” para lo que antes denominábamos “problema”, y experimentemos la liviandad que eso produce, y la predisposición a actuar con eficiencia.
b) La comida nos acerca
En los encuentros, asambleas y reuniones… ¡que no falte la comida! La comida acerca a las personas; comer despista al ego. Por algo, los grandes tratos se hacen en comidas de negocios. Aunque sea con simples caramelos.
c) Cuidado con la resolución de conflictos por Whatsapp o correo electrónico
La comunicación en redes debe ser solo para comunicar información aséptica o aspectos positivos. La mejor forma de bombardear una iniciativa es verter malestares personales, frustraciones o críticas por escrito. Estas emociones deben tener su lugar en el cara a cara o hablando personalmente por teléfono, por poner ejemplos.
d) Llevar propuestas ya trabajadas a las reuniones
El contenido de los puntos del orden del día tienen que ser conocidos y reflexionados previamente por las personas, así como las propuestas o decisiones relacionadas. Eso ayuda a una reunión eficaz y que la iniciativa fluya con ligereza. Hay personas que se desvinculan solo por evitar las reuniones interminables.
e) Facilitación eficaz de las reuniones
La persona que modere o facilite la reunión ha de recordar el Orden del Día, y abordar estas situaciones:
– Empezar a la hora acordada, aunque haya pocas personas.
– Tener cosas para picar.
– Comenzar con la cuestión más difícil, compleja o conflictiva.
– Expresar las siguientes indicaciones ante estas actitudes frecuentes:
- “Voy a intentar ser breve”. Indicación: “Tienes 4 minutos, para que los demás puedan expresarse también”.
- “No sé si tiene algo que ver con lo que estamos hablando, pero quería decir…”. Indicación: “Si no tiene que ver con lo que estamos hablando, proponlo en el apartado final del orden del día”.
- “Creo que deberíamos hacer tal y tal…”. Indicación: ¿En qué medidas podrías concretarlo? ¿Y liderarlo?
- “Perdonad, he llegado tarde….¿podríais hacerme un resumen de lo hablado?”. Indicación: “Intenta “engancharte” a lo que estamos hablando y preguntar a alguien, tras la reunión”.
– Preguntar, a las personas que no hablan, si tienen algo que quisieran aportar sobre lo hablado.
– Llevar hasta el final el Orden del Día, especialmente las decisiones necesarias. Si no se ha podido, programar un nuevo encuentro.
– Terminar con una pequeña celebración (contar unos chistes, recitar un trabalenguas, cantar…).
f) La infancia y las reuniones no suelen llevarse bien
Las reuniones de los adultos son insufribles para las niñas y niños. Y las reuniones con peques jugando alrededor, haciéndose notar o interrumpiendo a su mamá o papá suelen crispar a las asistentes, que no se atreven a pedir que se atienda a las peques fuere de la reunión. Hay que garantizar que, si no queda más remedio que las niñas y niños acompañen a sus progenitores, estén bien atendidos fuera de la reunión.
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Estrategias y consejos en formato vídeo-resumen
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Este artículo ha sido escrito por Javier Zarzuela, de Zarzalejo en Transición, en base a su experiencia personal, y maquetado por Esther Molina, de Red de Transición.
Cuéntanos en comentarios qué crees más acertado, qué harías diferente, cómo ha sido la experiencia en tu iniciativa de Transición acerca de estos temas mencionados u otros que no aparecen. ¡Nos encantará leeros!