Los días 13,14 y 15 de Octubre, 23.000 personas participaron a la décima edición del festival Esperanzah! en el Prat de Llobregat (Barcelona). Un festival distinto, basado en la Economía social y solidaria, promoviendo la reflexión sobre nuestra sistema actual y nuestra manera de vivir. Un festival que se define como un espacio por la transformación social del mundo, con música y actividades por todos los edades, géneros y condiciones. Allí estuvo Red de Transición y aquí os contamos como fue la experiencia.
Un encuentro basado en la Economía social y solidaria
El festival nació en el 2008, un año después del viaje de un grupo de personas vinculadas a la asociación GATS (Grups Associats pel Treball Sociocultural) trabajando para la conciencia y transformación social, al festival de músicas del mundo Esperanzah en Floreffe (Bélgica). GATS lucha desde hace 15 años para desarrollar el barrio de Sant Cosme en el Prat de Llobregat (Barcelona), especialmente a través de la cultura. Decide entonces lanzar un proyecto de festival para dinamizar el barrio y defender la visión de un otro mundo. Se financia desde la comunidad, mediante campañas, subvenciones y la venta de comida.
A partir del 2014, se decide incorporar la Economía social y solidaria al festival. El dinero generado con la venta de entradas (donación mínima de 12 euros) está redistribuido a diferentes proyectos sociales no lucrativos. Entre ellos, Proactiva open arms, Dones Sàvies de St. Cosme, Pallasos en Rebeldía, Stop Mare Mortum y Caminando Fronteras. Desde el 2015, más de 190 000€ fueron recolectados para estas asociaciones.
Durante los tres días de festival se usa una moneda ficticia, el Coop, para comprar bebidas. El uso de esta moneda permite reflexionar sobre el papel del dinero en la sociedad actual. La idea es promover un sistema económico alternativo, no basado en la especulación financiera. Además, los consumos pagados con el Coop sirven para pagar a empresas de economía solidaria local.
Hasta el espacio gastronómico era coherente con los valores defendidos. Solo empresas de la economía social y solidaria y comercios locales estaban presentes. Proponían una comida muy rica, vegetariana y orgánica para la gran mayoría.
El humor como arma
El evento se apoya en la cultura para promover la acción social y ambiental, la economía social y solidaria y otros temas necesarios para ir hacia una sociedad más justa y democrática.
Durante los tres días se realizaron talleres y charlas sobre diferentes temas. En los más destacados, la mercantilización de la educación, la mala gestión de los políticos frente a los retos ecológicos y la denuncia de las políticas migratorias de la Unión Europea. El periodista Jordi Évole realizó una charla muy impactante, contando su experiencia en los campos de refugiados.
Pero también se usó mucho el humor, mediante espectáculos de teatro y de payasos, para denunciar los sinsentidos de nuestra época. El sábado se presentó una sátira de las estrategias de los bancos para que solicitemos cada vez mas préstamos.
El pueblo de los posibles
Varias asociaciones estuvieron presentes en un espacio llamado el pueblo de los posibles. Cooperativas, colectivos, organizaciones humanitarias estaban allí para presentar sus proyectos.
Entre ellas, la Cooperativa de energía verde Som Energia, produciendo y comercializando energía renovable y la Cooperativa de telecomunicaciones Som Connexió, proponiendo un modelo de consumo alternativo en el sector de la telefonía. Sin ánimo de lucro, estas cooperativas buscan rehabilitar la idea de bien común y defienden una mayor proximidad y transparencia. Hacernos socios de estos proyectos nos permite ser actores directos. Contribuimos al desarrollo de la cooperativa mediante la participación a las asambleas donde cada socio tiene un voto.
La asociación ATTA (Alimenta También a Tu Alma) estaba también presente, vendiendo verduras ecológicas y promoviendo varios proyectos de permacultura.
Entre las asociaciones trabajando en el ámbito social se encontraba enTandem. El proyecto lucha contra el fracaso escolar mediante un acompañamiento individual de jóvenes en situación de dificultad personal o social. Cada voluntario es referente de un joven, permitiendo construir relaciones durables para reforzar la autoestima y la autonomía de los niños.
Solidaridad más allá de las fronteras
Un proyecto que nos impactó mucho es la iniciativa Greenbags del Col-lectiu VIO (Voluntaris Independents Organitzats). Este colectivo se compone de un grupo de voluntarios independientes que desarrollan proyectos para intentar mejorar la vida de las personas refugiadas, mayormente en los campos de Grecia.
Los campos están gestionados por el ejército griego, que provee tres comidas al día a las personas. Pero el menú suele ser desequilibrado a nivel nutricional, componiéndose de pasta y patatas. Con su iniciativa Greenbags, el colectivo intenta cubrir las carencias de proteínas vegetales de las personas refugiadas, distribuyendo cada semana frutas y verduras frescas. Además, están compradas a productores locales, lo que permite contribuir a la economía regional.
Alegría y celebración
Aunque los temas planteados y las luchas defendidas son duras y reales, el festival Esperanzah fue antes de todo un lugar para compartir con la familia y los amigos, reírse, bailar y escuchar buena música.
Una área estaba enteramente dirigida a los niños, con muchas actividades de arte y juegos diversos. También se organizó con mucho excito una paella cooperativa el domingo por la tarde.
Entre los grupos que tocaron en el festival se encontraron Hora de Joglar, The Gramophone Allstars Big Band, Zoo, Sittar Green o Txarango. Grupos tocando música alegre, pero también comprometidos, por la mayoría, en luchas sociales.
“Porque juntos somos moles
Somos como grandes soles
Un mundo de mil amores
Somos un jardín de flores
Rebela-te y no llores!”
[ Txarango – Som un riu ]
Así que.. ¿nos vemos allí el año próximo?
Aquí podéis encontrar más información sobre el festival.