La resiliencia es la capacidad inherente a cualquier sistema, ya sea, personal, social, natural o planetario, de absorber los choques y reorganizarse mientras se produce el cambio, de manera que el sistema mantiene esencialmente la misma función, estructura e identidad[1]. Análogamente a un ecosistema, en el contexto comunitario este concepto se refiere a la habilidad de una comunidad de no colapsar frente a la falta de energía o alimentos y a su habilidad de responder y adaptarse ante los choques de origen externo.
Las tres características que hacen a una comunidad, resiliente son:
- La Diversidad: de los miembros que la forman, de las funciones que pueden realizar, de las respuestas que pueden ofrecer, de las conexiones que tienen entre ellos, de cómo circula y se procesa la información,…
- La modularidad: una elevada modularidad hace referencia a la descentralización de las conexiones dentro de la comunidad. De manera que si se ve afectada una parte, el resto pueda actuar de manera autónoma.
- La distancia causa-efecto: Si la distancia es corta, como en los sistemas de gobernanza no centralizados, los miembros de la comunidad son capaces de ver lo que ocurre a su alrededor y, por lo tanto, actuar adecuadamente y en el momento oportuno.
Vivimos en momentos de rápido cambio y debemos aprender a bailar con él. Por eso la reconstrucción de resiliencia es uno de los objetivos clave para las iniciativas de transición. Los beneficios que esto le aporta a la comunidad son muchos, por ejemplo:
- Si una parte es destruida, el choque no afecta a todo el sistema.
- Existen una gran diversidad de soluciones desarrolladas creatívamente en respuesta a las circunstancias locales.
- Se puede obtener las necesidades básicas con el uso de poco transporte y se substituyen las grandes infraestructuras y burocracias por soluciones de bajo coste.
- Los miembros de la comunidad se conocen, relacionan, cooperan, intercambian y se apoyan.
Hace tan solo unas pocas generaciones, las comunidades eran capaces de superar la mayoría de sus propios problemas por sí mismos. La gente era mucho más habilidosa, práctica, y diversa. Sí, ha habido avances en muchos sentidos, pero la vida antes no era ni mucho menos tan mala. No existía el estrés de la ciudad, se conocía a la gente que te rodeaba y el aire se podía respirar y el agua beber. Sin embargo hoy día apenas quedan restos de esa resiliencia. Sin ir más lejos, nos encontramos a solo 4 días de una hambruna si se parase el transporte. No tenemos un plan B, y por ello es importante cambiar nuestra manera de actuar. Debemos repensar cuales son las prácticas adecuadas, cuales son aquellas que harán que la aumente nuestra resiliencia.
Por decirlo en términos culinarios, debemos pensar como cocinar la tarta con nuestros ingredientes y solo traer la guinda de fuera. Así que, ¡manos a la obra!
[1] Walker, B., Hollinger, C.S., Carpenter, S.R. and Kinzing, A. (2004) “Resilience, Adaptability and Transformability in Social-ecological Systems” Ecology and Society. 9 (2) p.5.
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El boton principal de la pagina tiene escrito “Contruyendo resiliencia en tu comunidad” es solo para avisar sobre ese error “conStrytendo”. Me gusta el contenido!
Muchas gracias por avisarnos, pedimos disculpas por el lapsus ortográfico y lo corregimos! 😀