¿Qué es el rewilding y qué tiene que ver con el movimiento de Transición? Nos lo cuenta Cristian Moyano, autor de Ética del Rewilding y ex-vicepresidente de Red de Transición.
Desde la biología de la conservación se está reclamando, en los últimos años, la necesidad de propiciar el rewilding, traducido a lengua hispana como “resilvestración”, “renaturalización” o “resalvajización”. ¿En qué consiste esto del rewilding?
Rewilding: ¿qué es?
Básicamente, en restaurar ecosistemas funcionales y biodiversos. Es un enfoque de regeneración natural. Se trata de dejar que la naturaleza salvaje regrese y florezca por sí misma, especialmente allí donde había sido diezmada por presiones antropogénicas. Una de las aportaciones originales del rewilding es que se busca minimizar la intervención humana, a diferencia de otras estrategias de conservación. Es decir, la intuición subyacente es que la naturaleza sabe lo que hace. Sabe autorregularse, autogestionarse y prosperar, más allá de las gestiones humanas. Hay una amplia diversidad de metodologías dentro del rewilding, pero sus defensores suelen coincidir en que es una práctica necesaria ante el difícil contexto del Antropoceno.
La transición ecosocial tiene mucho que ver con el rewilding. “Pero si ya estamos colapsando, no hay tiempo a transicionar”, se afirma a veces. “En todo caso, sólo hay tiempo para enfocarse en colapsar mejor”. ¿Qué sentido puede tener el rewilding en escenarios de colapso? Vamos a explorarlo.
Rewilding y Transición: una exploración
Cuando el movimiento de Transición (y “Transition towns”) despertó durante la primera década del milenio, de la mano de Rob Hopkins y otras personas de su alrededor, sus principales preocupaciones eran dos: el cambio climático acelerado y la dependencia de los combustibles fósiles. Hoy sabemos que el colapso de nuestra civilización está formado por muchos más factores. Factores que, además, pueden generar bucles de retroalimentación y agravar así aún más la situación global.
Aparte del calentamiento global y de la petrodependencia, la creciente pérdida de biodiversidad es uno de estos factores clave. El declive de especies, lo que algunos expertos ya llaman la “Sexta Extinción Masiva”, contribuye al deterioro de los ecosistemas. Y sin ecosistemas sanos, tenemos menos resiliencia a los impactos climáticos. Parece que estamos inmersos en un círculo vicioso de autodestrucción: la cosificación y la explotación de la vida silvestre nos deja más individualizados, alienados y vulnerables.
Pero el rewilding puede ayudar a frenar esta rueda. A finales del siglo XX, en el parque nacional de Yellowstone, se hizo famoso el efecto cascada que causó el retorno de un depredador apical como es el lobo, facilitando que prosperasen otras especies e incluso cambiando el paisaje. En los mares junto a Japón, las prohibiciones en contra de la caza de ballenas ayudaron a que aumentara la biodiversidad marina, protegiendo su papel clave en la red trófica. En Siberia, se ha estudiado cómo los grandes herbívoros (como bisontes o elefantes) ayudan a retener el permafrost i a frenar así la liberación del peligroso gas metano. El jaguar ya ha sido reintroducido en Argentina a fin de mantener la integridad de los ecosistemas silvestres. Algunas urbes se están reverdeciendo, dando espacio a nuevas dinámicas menos industriales, apostando por un consumo regenerativo y abrazando otras actitudes hacia la naturaleza.
Cada especie desempeña un rol fundamental dentro de los ecosistemas. De manera que si desaparecen abruptamente por los impactos de nuestras sociedades, se rompe aún más el equilibrio natural y muchas otras especies comienzan a esfumarse como si un castillo de naipes se derrumbase. Por el contrario, si desaceleramos la productividad y echamos el ancla a algunas actividades perturbadoras para los ciclos naturales de la biosfera, el regreso de otras formas de vida y su consecuente restauración puede estar servida. El rewilding nos recuerda que la vida es una red interdependiente.
¿Por qué hacer rewilding ante el colapso?
De acuerdo, parece que el rewilding puede ayudar a transicionar hacia un futuro ecosocial mejor. ¿Pero realmente estamos a tiempo de estas transiciones? El rewilding, como cualquier proceso de regeneración natural, precisa de tiempo. Tiempo del que apenas disponemos. Ya estamos colapsando. ¿Así que para qué preocuparse tanto por hacer rewilding?
Por dos grandes razones: (i) porque se lo debemos a la vida no humana, y (ii) porque nos ayudará a vivir y a morir mejor.
Sobre (i), porque cada especie que se consiga salvar del desastre ambiental que hemos causado, importa. Sólo por eso, tiene un sentido esforzarse. Andreu Escrivà, en su último libro Y ahora yo qué hago concluye que aunque todo parezca (o esté) perdido, debemos actuar. La temperatura del planeta va a seguir subiendo, pero cada grado o incluso décima que evitemos que suba, cuenta. Porque de ello depende la supervivencia de miles de especies.
Sobre (ii), rewilding interno, recuperación de la conexión con la naturaleza no humana. Revalorización de aquellos procesos, vivencias y experiencias no materiales. En tiempos de colapso, de escasez de recursos y vulnerabilidades ante el capital, si el rewilding nos ayuda a retirar el ancla de nuestra obsesión por lo material, bienvenido sea. Propicia una fragmentación del antropocentrismo. Se rescata la humildad como virtud y se deja aparcada la hibrys que alimenta el sentimiento de supremacía moral de nuestra especie.
Así que practicar el rewilding en tiempos de colapso es algo urgente. Pero la urgencia no siempre es buena compañera de la ética. A menudo, la urgencia insta a tomar decisiones precipitadas que causan injusticias. No se puede hacer rewilding de cualquier manera, porque como cualquier acto de acción u omisión humana, este puede tener impactos tanto positivos como negativos sobre otras personas, otras especies y sobre el entorno entero.
Hay que acompañar en este tránsito hacia el rewilding. Hay que transicionar juntos. Aunar voces. Compartir visiones. Recordar historias. Siempre expresando un profundo respeto por todo aquello que nos resulta diferente. Y, para ello, es necesaria una ética del rewilding.
Este texto ha sido escrito por Cristian Moyano Fernández, autor de Ética del Rewilding, ex-vicepresidente de Red de Transición, filósofo y Doctor en Ciencia y Tecnología Ambientales, actualmente investigador del Instituto de Filosofía del CSIC.